Por Susana von der Heide Founder & Thinking Partner en VON DER HEIDE
Durante años, repetimos una frase con aire de certeza: falta talento. La dijimos en reuniones, la escribimos en reportes, la dimos por sentada. Pero ¿y si no fuera cierta? ¿Y si esa supuesta escasez no fuera una realidad, sino un síntoma? ¿Una excusa? ¿Un mito confortable que nos evita mirar hacia adentro?
Eso fue lo que nos propusimos explorar —junto a HIT y Trendsity— en un estudio que no busca cerrar la conversación, sino abrirla. Porque cuando el 99% de las personas encuestadas reconoce que el *mindset organizacional* puede expulsar talento, el problema ya no está afuera. Está adentro. Y es más profundo.
¿Y si el talento no escasea, sino que no encuentra dónde florecer?
Más de 170 empresas, de distintos países de América Latina y diferentes industrias, participaron del estudio. Los datos hablan, pero lo importante es cómo los escuchamos. Y lo que dicen es revelador: solo el 4% cree que hay una escasez generalizada de talento. El resto señala otra cosa: obstáculos internos, definiciones poco claras, culturas que limitan en lugar de habilitar.
El talento no desapareció. Pero sí se volvió más exigente. Y más consciente. Ya no quiere entrar en cualquier molde. Quiere lugares donde pueda crecer, aportar y ser. Por eso, seguir buscándolo con recetas viejas —y filtros oxidados— es seguir buscando mal.
No es un problema de cantidad. Es un problema de calibración.
¿Qué buscamos cuando decimos talento? ¿Un currículum perfecto? ¿Un perfil que repita al anterior? ¿Alguien que encaje? Tal vez el desafío real sea animarnos a buscar distinto. Ampliar la mirada. Hacer espacio a trayectorias no lineales, a perspectivas nuevas, a capacidades aún en construcción.
Porque, como reveló el estudio, 6 de cada 10 empresas terminan eligiendo a candidatos no ideales. Pero ¿qué es lo ideal, si no lo que ya conocemos? Tal vez ese no ideal sea justamente lo que más necesitamos: alguien que no encaje… para que el equipo crezca.
No alcanza con atraer. Hay que ser un lugar en el que valga la pena llegar.
Flexibilidad, cultura, oportunidades reales de desarrollo, una propuesta de valor coherente. Eso es lo que hoy mueve al talento. Y no se construye con eslóganes o kits de bienvenida. Se construye con decisiones. Con estructuras que habiliten. Con líderes que escuchen más de lo que explican. Con culturas que no solo hablen de propósito, sino que lo practiquen.
La presencialidad no garantiza compromiso. La evaluación técnica no asegura fit cultural. El mindset del líder puede ser el principal diferencial… o el principal riesgo.
El talento es geográfico. Necesita tierra fértil para emerger.
Este estudio lo confirma: el entorno importa. El físico, el simbólico, el emocional. Necesitamos diseñar organizaciones que sean geografías que habiliten la mejor versión de quienes las habitan. Donde el talento no sea buscado como una rareza, sino cultivado como un potencial.
Y para eso, hace falta algo más que procesos eficientes. Hace falta una mirada distinta. Más humana. Más estratégica. Más audaz.
No es escasez. Es oportunidad.
Revisar cómo definimos talento, cómo lo buscamos, cómo lo recibimos. Ese es el verdadero trabajo. Porque no estamos frente a un mercado sin opciones. Estamos frente a organizaciones que deben evolucionar.
La escasez de talento es una narrativa instalada. Pero si la seguimos repitiendo, perdemos de vista algo esencial: que el talento no se encuentra, se revela. Y eso empieza cuando cambiamos la pregunta. Cuando dejamos de preguntar ¿dónde está el talento? y empezamos a preguntarnos ¿quién somos como lugar para que el talento quiera quedarse?.
Porque la verdadera pregunta no es dónde está el talento. La verdadera pregunta es si estamos construyendo organizaciones donde el talento quiera quedarse, crecer y desplegarse. Lugares que no solo contraten potencial, sino que lo despierten. Donde quedarse no sea una cuestión de lealtad, sino de sentido. Y donde la mejor estrategia no sea encontrar a las personas correctas, sino convertirse en el lugar correcto para que puedan crecer.